Somos humanos, nos gusta el poder y durante siglos hemos exhibido nuestra vanidad censurando cualquier avance que nos hiciera débiles. Ya en la antigüedad el poder se opuso a que la escritura estuviera en manos del pueblo. Un pueblo analfabeto es más fácil de gobernar que un pueblo instruido y han sido varias las veces en la historia que las clases en el poder han intentado vetar el acceso al progreso y la cultura a las clases más pobres. La quema de grandes bibliotecas como Tebas o Alejandría, la destrucción de libros y manuscritos por parte de los radicales beréberes en la floreciente cultura Andalusí, la eliminación por parte del clero casi por completo de cualquier documento escrito de la increíble y todavía enigmática cultura Maya por considerarlo demoníaco y el holocausto bibliotecario llevado a cabo por los nazis el siglo pasado son ejemplos de cómo el progreso no gustaba a todos. Progreso igual a libertad, quizá la palabra libertad no gustase a muchos.
Cuando aparece un nuevo avance solo unos pocos pueden acceder a él, eso pasó con la escritura. Primero solo para los nobles y el clero, luego se extendió a estratos sociales más bajos. En las ciudades de la edad media, cada vez más personas sabían leer y escribir y apareció el oficio de “mercader de noticias” (periodistas). Con la aparición del periodismo aparece algo que hasta entonces no había existido, el sentimiento crítico o como yo lo he denominado “el sentimiento molesto para algunos”. Los periodistas ponían en tela de juicio el poder establecido, las ciencias y las técnicas divulgadas durante la época, incuestionables. Monarcas, príncipes y el clérigos vieron cómo se cuestionaba el hasta entonces poder intocable (un poder divino) que tenían, debían buscar soluciones, querían callar al pueblo, la difusión de la escritura era un asunto feo y pusieron la maquinaria del estado a trabajar para amordazar el periodismo y la difusión de los distintos textos que no les favorecían. Carlos V, con el Edicto de Worms (1521), estableció en el Imperio germánico la prohibición de imprimir, difundir y leer cualquier texto no aprobado por él mismo en materias no religiosas y por el obispo correspondiente en las religiosas. El sistema más famoso y extendido de censura de la época fue el de la Iglesia católica (¿qué sería de nuestra historia sin la mordaza de la iglesia?) dijo Don Quijote, con el Índice de libros prohibidos. ¡Con la iglesia hemos topado amigo Sancho!
No podríamos haber creado nuestra historia sin la comunicación, gracias a ella sobrevivimos como especie. Durante siglos la oralidad fue la única forma de comunicación. La escritura que permitió ordenar y elaborar el pensamiento, y almacenar y transmitir esa memoria histórica, se veía, ahora, en peligro por cuatro idiotas temerosos de que otros accedieran a la cultura. Pero, por suerte todo cambió. El modelo autoritario fue debilitándose y la escritura fue llegando a todas las clases. A mi juicio, la escritura trajo la cultura y esta la democracia bajo el baluarte de la igualdad, el estado de bienestar se propuso alfabetizar a todos los niños y hoy día en España son pocos los niños que no saben leer, ni escribir. Un pueblo instruido es más difícil de gobernar, pero un pueblo alfabetizado también nos lleva a un sistema democrático más justo. Sus ciudadanos no se dejan engañar, la escritura quitó al autoritarismo la máscara del engaño y trajo la justicia.
El último siglo nos trajo internet y la revolución digital, ahora cualquiera puede acceder a documentos mediante la red. Millones de documentos a un solo clic, internet surgió con el fin de democratizar la sociedad y acercar los pueblo, pero ¿no se ha vendido al poder? Sí, los poderosos deciden qué información es la más importante, cuando buscamos en Google nos aparece un ranking con un orden preestablecido por la compañía que a la vez está financiada por los hombres más pudientes del planeta. Esto deriva en un nuevo problema, el analfacibernétismo, personas que no saben usar la red, ni las nuevas tecnologías. El estado lejos de hacer algo, está permitiendo que grandes segmentos de población no tengan acceso a estas nuevas redes para acceder a la información y es que en internet la información se multiplica. Si antes los periódicos nos contaban un determinado número de noticias al día, hoy en la red podemos encontrar un número infinito de noticias de cualquier lugar. Los gobernantes se han dado cuenta que la red es la nueva forma de escribir, esto no gusta porque ya con la invención de la imprenta se derribó el estado autoritario y quizá estemos ante el derrumbe de la democracia tal y como la conocemos, cerrada y llena de escándalos.
La tecnología está abriendo la democracia al ciudadano de a pie, estamos más informados de los asuntos que nos conciernen. Dentro de unos años no habrá secretos entre el pueblo y la clase política, internet nos lleva al verdadero poder del pueblo. Quizá sea esto lo que molesta a nuestros políticos, quizá sea esto lo que hace que quieran hacernos analfabetos, analfabicebernéticos
Artículo escrito por Luis González Campo.
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