viernes, 28 de agosto de 2015

Renovar la Democracia | Por Eneko Orueta Iradi.


Una democracia deja de desempeñar bien su función cuando la participación en ella resulta complicada, desconocida o simplemente hay un desinterés general por parte de los habitantes, lo que nos exige un cambio para que esta circunstancia cambie. ¿Sí ahora saliéramos a la calle y preguntásemos a cualquier persona sobre que es la democracia y como funciona esta, qué nos respondería? Quizás, antes de plantearnos como se puede mejorar el actual sistema de participación de los ciudadanos, deberíamos pensar como se puede empoderar a una ciudadanía a la que no se le han inculcado valores democráticos, y que carecen de una capacidad suficiente como para poder participar correctamente en este sistema. Y es que uno de los principales pilares para que una democracia funcione es la educación que reciben sus participantes. La educación es vital para hacer entender a los ciudadanos la importancia que tiene el participar en los mecanismos democráticos, principalmente en las votaciones, al ser este el método para expresar la decisión de la población más usado. También es fundamental para evitar la manipulación de la masa votante por parte de sectores interesados en ello, ya que un individuo mejor educado y más crítico es más difícil de dejarse llevar fácilmente por opiniones y conclusiones ajenas. A pesar de ello, esta puede convertirse en un arma de doble filo, ya que a su vez puede ser una herramienta con la que distorsionar la realidad que se le inculca al individuo y engañarlo. Pero de todas maneras, es un riesgo necesario muchas veces para alcanzar ese bien común que es una democracia sana y abierta a la participación de todos.



Pero la cuestión central, y probablemente una de las más candentes de este momento, es que cada vez la gente se siente menos representada con la democracia actual o no se logra despertar fascinación entre ellos por la participación en sus mecanismos tal y como han sido propuestos hasta ahora. La democracia representativa ha sido el modelo democrático más extendido desde hace dos siglos, y probablemente su éxito radica en la facilidad que trae a una población numerosa y dispersa para que puedan decidir todos con una misma igualdad de representación, aunque el delegar el poder en un delegado político por un determinado intervalo de tiempo conlleva sus propios problemas. Esto sale a relucir especialmente cuando se funciona con un sistema de partidos políticos a partir de los que se puede elegir representantes de diferente ideología y con un diferente programa político predeterminado para llevar a la cámara donde se reúnan y decidan, lo cual puede acabar por terminar dando mayor poder a estos que a los ciudadanos a los que teóricamente pertenece la soberanía en un estado constitucional. Por ello está dando en ciertos países una brecha entre los dirigentes electos y las bases electorales que lleva a una crisis política. En esta situación en la que la población puede sentir su confianza en las instituciones democráticas mermada o completamente perdida es cuando hay que replantearse las bases de la democracia e intentar renovarla completamente. De esta manera, se podría volver a empoderar a la ciudadanía y que esta recuperara su confianza en la capacidad que tiene de decidir en su propio país.


En los últimos años, ha aparecido una alternativa a la tradicional democracia representativa o indirecta, aunque realmente sea una vieja conocida con una nueva forma. La imposibilidad de llevar a cabo en las variedades de democracias participativas o directas por parte de toda la población en estados de un tamaño considerable la habían terminado por apartar por sistemas que favorecían la delegación del poder y facilitaban la toma de decisiones por representación, hasta ahora. Los nuevos medios digitales empiezan a permitir de nuevo esta forma de democracia, y ya se ha empezado a implementar en varios países sistemas de votación electrónica, lo cual permitiría una decisión directa por parte de la ciudadanía sin intermediario alguno, llegando incluso a votar resoluciones en órganos de gobierno virtuales, y se lograría que la soberanía de esta fuese plena y efectiva, al menos en esta variante. También existe el concepto de democracia liquida, que aboga por un acercamiento al uso del voto digital, pero sin apartar del todo el sistema representativo, con la diferencia de que en este caso al representante del ciudadano actúa como un intermediario opcional en un parlamento físico, aunque la toma de principales decisiones recaiga en los usuarios virtualmente y además estos tienen derecho de revocar su confianza y su voto en cualquier momento al delegado en cuestión. Ambas opciones suponen un gran paso a la hora de reformular las bases democráticas, y de esta manera lograr un sistema novedoso que se adapte a los nuevos tiempos y de verdad haga sentir a los ciudadanos participantes en los mecanismos democráticos y en el funcionamiento de su estado.


Artículo escrito por Eneko Orueta Iradi.

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