Me he pasado la vida lamentándome de lo que merezco y no merezco. Envidiado y pensando en diferencias…
Mientras lxs de mi colegio llevaban chándal de marca yo de mercadillo, mientras ellxs celebraban cumpleaños en pizzerías y parques de juegos, yo ni lo celebraba, mientras ellxs celebraban festividades importantes con una gran familia, yo tenía que conformarme con una llamada entrecortada a los míos, al otro lado del océano; ellxs compraban, a mi me daban la ropa, vivian en pisos nuevos, yo de alquiler en un piso más viejo que Jordi Hurtado, mientras ellxs empezaban la universidad, yo me atrasaba cada vez más debido a trabajos temporales y precarios.
Pero a mis 21 años, me he confirmado, que cada proyecto marcado lo he conseguido. Mientras ellxs no se juntan con gente que no tenga su nivel de vida, se hacen mayores sin saber hacerse la comida, se sienten vacíos y necesitan tanto para llenarse, no tienen capacidad de resolución ni recursos en tiempos malos; me doy cuenta de que cuando te faltan cosas en la vida te conviertes en alguien especial, de que los éxitos conseguidos cuando implican esfuerzo tienen más valor y la sensación de orgullo, bienestar e incluso éxtasis de conseguir lo que otrxs jamás pensaron que conseguirías, por lo menos tan pronto, es inigualable.
Miro atrás y agradezco todo lo vivido. Ya no me avergüenzo de ser mujer, inmigrante, paródica, precaria, bastarda, ni fea y pobre. Todo ese cóctel crea seres espectaculares, combativos y explosivos. Me amo y no sé porqué (algún psicológo/a lo sabrá), necesito compartir que he dejado de sentir lástima hacia mí y que me amo de aquí a la luna, a mí y a todos mis logros. No necesito que nadie esté orgulloso de mí, ya lo estoy yo.
Artículo escrito por Por DreamGirl.
No hay comentarios:
Publicar un comentario