VEGANISMO.
¿QUÉ ES Y CÓMO RESPONDE A LAS OBJECIONES?
El
veganismo es un movimiento ideológico que defiende la igualdad
esencial de todos los animales. En consecuencia, considera que todos
los animales tienen la misma dignidad y el mismo derecho a poder
disfrutar de sus vidas sin ser explotados por los humanos. Mucha
gente tiende a considerar esta visión como una posición que da más
importancia a los animales antes que a los humanos. Sin embargo, el
veganismo defiende que los animales y los humanos tienen la misma
dignidad e importancia. Ni más ni menos.
Así,
el veganismo se opone radicalmente al antropocentrismo y a uno de sus
corolarios, el especismo. El antropocentrismo es una cosmovisión que
sitúa al ser humano en el centro del mundo y de la consideración
moral. Esta cosmovisión nació en la Antigua Grecia, con el sofista
Protágoras y su famosa máxima "el hombre es la medida de todas
las cosas". Esta cosmovisión quedó soterrada durante la Edad
Media en favor del teocentrismo, pero volvió a resurgir durante el
Renacimiento y se ha ido imponiendo paulatinamente en la mente
colectiva de la humanidad: los humanos somos el centro del mundo, y
el mundo es nuestro. Todo está supeditado a nosotros, y la
importancia de algo estriba en la importancia que nosotros le damos.
Esta cosmovisión ha conllevado, necesariamente, el especismo: una
visión inculcada a prácticamente todos los humanos, según la cual
hay especies que son merecedoras de más respeto que otras. Por
ejemplo, se nos enseña que los perros y gatos son nuestros amigos,
compañeros y miembros de la familia, siendo merecedores de todas las
consideraciones afectivas, dándoles el derecho de disfrutar de su
vida e integridad. En cambio, los cerdos son nuestra comida, y su
vida está supeditada a nuestro apetito, no pudiendo disfrutar de su
vida ni integridad en la medida en que afecta a nuestros hábitos
gastronómicos. Darle una patada a un perro es maltrato animal;
degollar un cerdo, no. Esto es un ejemplo de cómo se manifiesta el
especismo en nuestra vida diaria.
Así,
la primera consecuencia de aceptar el veganismo (y, por lo tanto, el
antiespecismo), es adoptar lo que se llama la dieta vegana. En
realidad, esta dieta es la vegetariana (o vegetariana estricta, para
diferenciarla de la ovolacteovegetariana que, en realidad, no es
vegetariana). Los veganos nos abstenemos de comer cualquier producto
alimenticio que sea animal o derivado de animales: carne, leche,
queso, huevo, miel, etc. Pero esto es sólo la primera consecuencia y
la más visible. Los veganos nos oponemos también al consumo de
cualquier producto, servicio o espectáculo que conlleve la
explotación de animales: circos, zoológicos, equitación,
transportes (con caballos, burros, elefantes, etc), la compra-venta
de mascotas, la experimentación animal (sea para cosmética o para
el avance científico), tauromaquia, etc. También rechazamos el
consumo de prendas de vestir realizadas con pieles o lana. En
definitiva, procuramos evitar participar en cualquier actividad
humana que requiera de la explotación de animales.
A
continuación comentaremos algunas de las objeciones que se hacen al
veganismo.
1.-
“Los
humanos necesitamos comer carne y otros productos alimenticios
animales para poder nutrirnos de forma sana y completa”.
Esto
es falso. La ciencia de la nutrición afirma claramente que podemos
vivir y nutrirnos de manera sana y completa con una dieta 100%
vegetal. La
Academia de Nutrición y Dietética americana (con más de 67.000
nutricionistas) dijo: "las dietas veganas son saludables,
nutricionalmente adecuadas y pueden aportar beneficios para la salud
en la prevención y tratamiento de ciertas enfermedades. Son
apropiadas durante todas las etapas del ciclo vital, incluyendo
embarazo lactancia, infancia, niñez y adolescencia, y para atletas".
La asociación Dietistas de Canadá dijo: "una dieta vegana
saludable puede satisfacer todas las necesidades de nutrientes en
cualquier etapa de la vida". La Sociedad Argentina de Nutrición
dijo, en un documento llamado "Alimentación Vegetariana",
que "las dietas vegetarianas adecuadamente planificadas,
incluídas las dietas totalmente vegetarianas o veganas, son
saludables y nutricionalmente adecuadas". La British Nutrition
Foundation dijo que "una dieta vegana bien planificada y
equilibrada puede ser nutricionalmente adecuada" y que "los
estudios de niños vegetarianos y veganos en el Reino Unido han
revelado que su crecimiento y desarrollo está dentro del rango
normal". La Fundación Española de Dietistas y Nutricionistas
afirmó, en la celebración del III Congreso de la Asociación
Española de Dietistas -Nutricionistas (su antiguo nombre) que la
dieta vegana es sana. La Dietitians NZ (Nueva Zelanda) avaló la
postura de la Asociación Americana de Dietética sobre la dieta
vegana: es sana y completa. El Comité de Médicos por una Medicina
Responsable dijo que "las personas que evitan la carne evitan el
riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de
cáncer, y los que además evitan los productos lácteos y los huevos
son los más sanos de todos"1.
Y la lista podría seguir.
Podríamos
exponer de dónde se obtienen, en una dieta 100% vegetariana, las
proteínas con todos los aminoácidos esenciales, la vitamina b12, el
calcio, el cinc, etc. Pero en aras de una mayor brevedad,
consideramos que la opinión de los profesionales de la nutrición de
diversos países es algo fiable en esta materia. Pero es fácilmente
demostrable que a una dieta 100% vegetal no le faltan ni proteínas
con sus aminoácidos esenciales2,
ni minerales3
ni, tampoco, vitaminas4.
Hay
quien dice que la carne tal vez no sea necesaria en sentido estricto,
pero que es importante ingerirla para gozar de buena salud. Esto está
totalmente desmentido. La Sociedad Española de Dietética y Ciencias
de los Alimentos afirma (igual que otras entidades científicas) que
la ingesta de carne es un factor de riesgo para contraer
enfermedades, concretamente cáncer y diabetes. Se apoyan en dos
estudios: Levine et al. Low Protein Intake Is Associated with a Major
Reduction in IGF-1, cancer and Overall Mortality in the 65 and
Younger but No Older Population. Cell Metabolism, Marzo 2014 y en
este otro: Guevara-Aguirre at al. Growth hormone receptor deficiency
is associated with a major reduction in pro-aging signaling, cancer
and diabetes in humans. Sci-trans Med. 2011;. Estos estudios afirman
que un exceso de proteínas (como aportan las dietas que incluyen
carne) pueden provocar cáncer y diabetes. Eso es debido a que el
exceso de proteínas animales altera el funcionamiento normal de la
hormona de crecimiento asociada a la proteína IGF-1, también
relacionada con la insulina. En cambio, el exceso de proteínas
vegetales NO causa esos problemas. Esto demuestra que nuestro cuerpo
está naturalmente preparado para ingerir y metabolizar proteínas
vegetales, y que las proteínas animales son problemáticas.
Podríamos pensar que dos estudios no demuestran algo de forma
tajante- Sin embargo, la literatura cientítica al respecto es
abrumadoramente extensa y deja bien claro dos cosas: que los
alimentos animales deben moderarse, ya que su ingesta provoca efectos
metabólicos adversos para el cuerpo humano5
y que, por el contrario, adoptar dietas vegetarianas (sean parciales
o totales) puede aportar importantes beneficios para la salud6.
De hecho, un libro de reciente publicación llamado “Nutrición y
cáncer. Lo que la ciencia nos enseña” muestra cómo las carnes
son un factor dietético muy importante a la hora de contraer
diversos tipos de cánceres.
Evidentemente,
aquellas personas con circunstancias particulares que requieren más
proteína (mayores de 65 años y deportistas) pueden y deben ingerir
más cantidad de proteína. Pero no es necesario sacarlas de la
carne. Las carnes aportan entre 10 y 27 g de proteína cada 100g.
Muchos alimentos vegetales igualan, se asimilan o incluso superan
estas aportaciones: tempeh (18g), soja (34,74g), semillas de calabaza
(30g), seitán (entre 24g y 75g, según cómo se prepare), quinoa
(20g) o nueces (20g), etc. De hecho, hay cada vez más deportistas
veganos/as, algunos/as de ellos/as de élite: Patrik Baboumian, David
Carter, Scott Jarek, Fiona Oakes, Carl Lewis, Brendan Brazier, Ruth
Heidrich, Anna Ramírez Bauxell, Carlos Cuéllar, etc.
2.-
“Las
plantas también sufren. Por lo tanto, comerlas también es cruel”.
Esta
idea de que las plantas sufren y tienen sentimientos surgió a partir
de un libro de Cleve Backster (The secret life of plants) donde
exponía sus resultados de conectar una planta a un polígrafo.
Numerosos biólogos desmintieron esas conclusiones. Por ejemplo,
Galston y Slayman (The not-so-secret life of plants) y otros. Hay
quien cita un estudio liderado por el dr Maffiel junto con otros
científicos del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad
de Turín y otro del Max Plank Institute. Sin embargo, ahí sólo se
afirmaba que las plantas reaccionan de manera distinta bioquímica y
fisiológicamente a diversos tipos de estímulos externos. En ningún
lugar se afirma que posean una experiencia mental de tales estímulos
ni de sus respuestas. NI en ese estudio, ni en ningún otro de los
que se mencionan en debates por redes sociales (sólo lo afirman los
artículos periodísticos sensacionalistas que hablan de dichos
estudios, pero esas afirmaciones no están en los susodichos
estudios). Si alguien conoce un estudio que lo afirme, que lo
muestre. Por otro lado, Stefano Mancuso es el máximo exponente de lo
que él mismo dio en llamar Neurobiología de las plantas, respecto a
lo que diversos biólogos dijeron, en la revista científica Trends
in plant sciene (2007)7,
que ese nombre es metafórico y que las plantas no tienen ni neuronas
ni cerebro y que, por lo tanto, no pueden sufrir ni tener
experiencias mentales de los estímulos que “perciben” ni de las
respuestas que “elaboran”. Pero además, en una entrevista en el
diario ABC (23/03/2015), el propio Mancuso dijo que las plantas no
tienen sentimientos, "si hablamos de sentimientos como miedo,
antipatía, odio, en ese caso, no." Y ante la pregunta de si
sufren: "Las plantas están diseñadas para ser comidas y el
dolor es un mecanismo de defensa de los animales para huir del
peligro. Las plantas no pueden moverse. No creo que sientan dolor".
También dijo: "Las plantas no tienen neuronas, ni nervios, pero
si consideramos que las neuronas del cerebro de los animales son
células que producen y transportan señales eléctricas, en las
plantas la mayoría de las células ejercen este tipo de función".
Si sumamos todo esto a un principio fundamental de la neurobiología:
"la mente y el cerebro son inseparables", es claro que las
plantas no son conscientes y, por lo tanto, no sufren.
3.-
“La
carne nos hizo inteligentes. Si nuestros ancestros no hubiesen comido
carne, no estaríamos donde estamos”.
Aunque
eso pudiese ser medio verdad, que durante la Prehistoria
necesitásemos matar animales para sobrevivir no implica que debamos
seguir haciéndolo en el siglo XXI. Aun así, esa objeción se escuda
en falacias. Falacia
1: la carne permitió que el cerebro creciese de tamaño porque pudo
alimentarse mejor. Falso. El cerebro se alimenta, fundamentalmente,
de glucosa, que es un carbohidrato, los cuales están presentes en
los alimentos vegetales (son prácticamente inexistentes en la
carne). Así, además de por el cambio anatómico y fisiológico
craneal derivado del bipedismo, el cerebro creció por un aumento de
la ingesta de carbohidratos, no de las proteínas animales. Así lo
afirma un estudio8
liderado por la investigadora Karen Hardy (UAB) publicado en la
revista Quarterly Review of Biology. El cerebro utiliza el 30% de la
reserva total energética, y más del 60% de la glucosa en sangre.
Falacia
2. Evolucionamos como omnívoros. Falso. Nuestro sistema
digestivo no evolucionó en ningún aspecto para facilitarnos la
ingesta y digestión de la carne (por eso, abusar de ella provoca
problemas de salud). En cambio, según el estudio antes citado, en la
prehistoria se multiplicaron nuestras copias de genes de amilasa
salival, lo cual facilitó la digestión del almidón (la forma
básica de almacenamiento energético de los vegetales). Es decir, la
evolución nos mejoró la capacidad para digerir vegetales, pero no
para digerir carne.
Falacia
3. Evolucionamos a partir de comer carne. Falso. Unos fósiles
encontrados en Dikke (Etiopía)9
revelan que comíamos carne 800.000 años antes del inicio de nuestra
evolución a partir del homo abilis. Esos fósiles demuestran que
estuvimos comiendo carne durante un período de tiempo enormemente
largo sin que evolucionásemos intelectualmente.
Además,
ni la dieta ni el tamaño cerebral son factores clave en el
desarrollo intelectual. Un estudio de Irving-Hallowell llamado
"Hominid evolution, cultural adaptation and mental
dysfunctioning" (1965)10
revela que el cerebro humano ha disminuído de tamaño en los últimos
30.000 años (de 1500 g a 1359 g, un 10%). Lo que nos hizo
evolucionar a pasos agigantados fue, por encima de todo, la
interacción social11.
CONCLUSIÓN:
La carne NO nos hizo inteligentes. Evidentemente que la necesidad de
organizarse para cazar debido a la escasez de alimentos vegetales
como consecuencia de los fuertes cambios ecológicos que convirtieron
las densas selvas en sabanas ayudó a mejorar la inteligencia. Pero
es debido a esa interacción social (y muchas otras derivadas de las
necesidades tribales cada vez más crecientes) que el ser humano
desarrolló su inteligencia; no fue debido al consumo de proteína
animal.
4.-
“Que
todo el mundo comiese vegetales implicaría una enorme demanda de
productos agrícolas y el planeta no lo aguantaría. Además, la
agricultura es muy contaminante”.
Hay
muchos factores que contribuyen al cambio climático. El mayor reto
de la humanidad hasta ahora es, básicamente, evitar la excesiva
emisión de gases de efecto invernadero al medio ambiente, puesto que
esto está causando un cambio climático cuyas consecuencias serán
devastadoras. Pero, ¿cuál es el factor principal del cambio
climático? LA GANADERÍA.
Según
el Natural Resources Defense Council, la ganadería emite:
-El
68% del Amoníaco (NH3)
-El
9% del dióxido de carbono (CO2), siempre señalado como el gran
culpable del calentamiento global.
-El
37% del gas metano (CH4) cuyo Potencial de Calentamiento Global (PCG)
es 23 veces mayor que el del CO2.
-El
65% del Óxido Nitroso (N2O), cuyo PCG es ¡¡¡296!!! veces mayor
que el del CO2.
Está
demostrado que adoptar una dieta vegetariana estricta es la mejor
manera de reducir nuestra emisión de gases de efecto invernadero12.
Además,
la ganadería consume cerca del 75% de la producción agrícola
mundial anual y cerca del 80% del agua potable utilizada anualmente.
Es decir, es el principal factor de agotamiento de los recursos
hídricos13
y alimenticios del planeta14.
De hecho, la ganadería es la principal causa de la deforestación
del pulmón del planeta: la Amazonia15.
La ganadería (y, por lo tanto, el consumo de carne, lácteos y
huevos) es la primera causa de la extinción de especies16.
Por
todo esto, un estudio ambientológico holandés17
y otro estudio matemático-ambiental vienés18
declaran que la generalización de las dietas vegetarianas podría
salvar el planeta del desastre ecológico, la falta de agua y la
deforestación extrema.
5.-“Comer
animales forma parte de la cadena trófica”.
La
cadena alimenticia es un proceso natural de intercambio nutricional y
energético entre los seres vivos. Éstos se comen unos a otros según
sus necesidades biológicas y mantienen, así, el equilibrio natural.
Sin embargo, el consumo humano de carne no puede considerarse una
parte necesaria de la cadena trófica, puesto que:
1)
los humanos no necesitamos comer carne. De hecho, el consumo de carne
nos acarrea problemas de salud, como la ciencia ha demostrado
ámpliamente.
2)
el consumo de carne no sólo no mantiene el equilibrio natural del
ecosistema, sino que está destruyendo el ecosistema planetario: la
producción de carne está agotando los recursos alimenticios e
hídricos del planeta, contamina suelos y aguas, contribuye como
ningua otra actividad humana al cambio climático y es la principal
causa de la deforestación y extinción de muchas especies.
3)
la cadena trófica mantiene las poblaciones de animales en una medida
natural y apta para la conservación del ecosistema. Si hay algún
desequilibrio, con el tiempo se reequilibrará. La producción de
carne, lácteos y huevos mantiene una hiperpoblación antinatural de
animales, lo cual está alterando todo el ecosistema natural y, como
ya se ha apuntado, agota los recursos para que la naturaleza pueda
reequilibrarse.
4)
la cadena alimenticia se desarrolla en hábitats naturales, con
animales libres, que luchan por su supervivencia en plena naturaleza.
La producción de carne mantiene animales encerrados, sin libertad de
movimientos, sin poder desarrollar todas sus capacidades y relaciones
sociales naturales e instintivas. Esto es así hasta tal punto que se
ha desnaturalizado por completo a cerdos, vacas, corderos, gallinas y
otros animales, que viven según les obliga otra especie (la humana)
lo cual no tiene nada de natural.
6.-
“La
ganadería ecológica o extensiva no es cruel”
Se
nos suele vender que en la ganadería extensiva (o "ecológica")
los animales viven al aire libre y felices. Aunque esto pueda ser
medio cierto, hay que tener en cuenta tres cosas:
1)
siguen siendo animales explotados con el fin de satisfacer caprichos
humanos.
2)
su final será exactamente el mismo que el de los animales de granjas
intensivas: viaje estresante en camión hasta el matadero y morir
mientras están aterrorizados oliendo la sangre y oyendo los gritos
de sus semejantes.
3)
se les arrebata la mayor parte de su vida:
-los
équidos y bovinos suelen ser sacrificados sobre el año de vida (los
caballos pueden vivir 25 años; las vacas, 20)
-las
cabras y ovejas suelen ser sacrificadas sobre los 6 meses (las cabras
y las ovejas pueden vivir unos 10 años)
-los
cerdos a los 4 meses (pueden vivir 10 años)
-las
gallinas y otras aves para comérselas a las 10 semanas (pueden vivir
15 años)
-las
gallinas destinadas a poner huevos a las 6 semanas.
La
ganadería, sea intensiva o extensiva, supone la esclavización de
animales y su rebajamiento a la categoría de meros recursos para los
caprichos humanos.
Si
no vemos bien degollar un cachorro de perro (ni a un perro adulto),
¿por qué defendemos hacer eso mismo con otros animales?
7.-
“Necesitamos
experimentar con animales para que la ciencia avance y nosotros
podamos disfrutar de una mejor medicina”
La experimentación
animal es cruel e innecesaria. El argumento ético es claro: inocular
virus y tumores, causar heridas o infecciones, modificar material
genético, someter a hambre y sed y otros procedimientos a animales
es algo absolutamente cruel. Pero también hay argumentos puramente
médicos y científicos.
La validez de la
experimentación animal se basa en que tenemos una similitud
biológica considerable con muchos animales y que, por lo tanto, los
resultados de la experimentación animal son extrapolables a la
medicina humana. Sin embargo, muchos científicos y numerosísimos
casos de la historia de la medicina desde el siglo XIX hasta la
actualidad muestran que las diferencias biológicas, fisiológicas y
anatómicas que hay entre humanos y animales (incluso entre animales
de especies distintas) hacen que la experimentación animal no sea
nada fiable para el progreso de la ciencia.
En internet existe una lista (debidamente documentada y citando fuentes) de 50 casos de pifias enormes de la ciencia por culpa de la experimentación animal19.
Estudios como los de Robert A Matthews en el Journal of the Royal Society of Medicine (febrero 2008)20, del British Medical Journal (Pandora Pound, febrero 2004), el "A critical look at animal experimentation21" del Medical Reserach Modernization Comitte, los artículos del grupo Doctors and Lawyers for Responsible Medicine22 y de la asociación alemana Médicos contra la experimentación animal23, demuestran con datos que la experimentación animal no sólo es prescindible para el avance de la ciencia, sino que ha retrasado el avance de la lucha contra el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, etc, además de haber provocado enormes errores médicos. Así lo afirma, en el caso del cáncer, el dr Irwin Bross del Roswell Park Memorial.
En internet existe una lista (debidamente documentada y citando fuentes) de 50 casos de pifias enormes de la ciencia por culpa de la experimentación animal19.
Estudios como los de Robert A Matthews en el Journal of the Royal Society of Medicine (febrero 2008)20, del British Medical Journal (Pandora Pound, febrero 2004), el "A critical look at animal experimentation21" del Medical Reserach Modernization Comitte, los artículos del grupo Doctors and Lawyers for Responsible Medicine22 y de la asociación alemana Médicos contra la experimentación animal23, demuestran con datos que la experimentación animal no sólo es prescindible para el avance de la ciencia, sino que ha retrasado el avance de la lucha contra el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, etc, además de haber provocado enormes errores médicos. Así lo afirma, en el caso del cáncer, el dr Irwin Bross del Roswell Park Memorial.
El único motivo por
el cual la legislación permite (cuando no obliga) que se siga
experimentando animales es que hay un negocio enorme: la industria
del suministro de animales a los laboratorios24
y, evidentemente, es un grupo de presión enorme.
Las alternativas a la experimentación animal25 son los cultivos de tejidos, células in vitro, bioinformática, etc.
Las alternativas a la experimentación animal25 son los cultivos de tejidos, células in vitro, bioinformática, etc.
8.- “El hambre
en el mundo. Primero preocupémonos de los humanos. Hay millones de
niños muriendo de hambre”
Podemos preocuparnos
de los humanos y de los animales al mismo tiempo. De hecho, cualquier
persona que tenga un perro entenderá que preocuparse por él no
excluye preocuparse de los demás. Los animales están sufriendo
tanto o más que muchos de los humanos que también sufren. Pero
iremos más allá. El consumo de carne es, justamente, una de las
causas de que haya tantísima gente pasando hambre, sobre todo en
África. Adoptar una dieta 100% implica poner un granito de arena en
la lucha contra el hambre en el mundo, así como el consumo de carne
participa de esa vergonzosa situación.
Cada año se crían
y matan unos 60 mil millones de animales "de granja" (sin
contar los peces). Esta hiperpoblación antinatural de animales es
alimentada (cebada) con pienso elaborado, principalmente, con soja y
grano. Este grano es producido en parte por los propios países que
ceban a sus animales esclavos (por ejemplo, EEUU). Sin embargo, la
terciarización de las economías occidentales hace que sea necesario
importar el grano y la soja de otros países. La soja suele
importarse de América Central y del Sur. El grano...de África. De
los 15 países cuyas exportaciones de grano más están creciendo, 7
son africanos26.
Y ahí encontramos otra cara oculta del consumo de carne: su relación
directa con la hambruna en África. Gran parte de la producción de
grano de África (más del 25%, según la Fundación Melior) se saca
de sus países productores para fabricar pienso para cebar los
animales que serán consumidos en los países ricos. Así, el
panorama es el siguiente: estamos cebando a 60 mil millones de
animales quitando el alimento que necesitan los más de 223 millones
de personas que sufren hambruna crónica y los más de 413 millones
que viven bajo el umbral de la pobreza en África. Desde los años
70, multinacionales europeas y estadounidenses están acaparando las
tierras africanas (más de 60.000.000 de hectáreas, según Henk
Hobblink, activista de la ONG Grain) y expoliando los alimentos que
ahí se cultivan. Y todo, para obtener unos alimentos que no
necesitamos en absoluto: carne, lácteos y huevos. También para
biocombustibles, pero éstos suponen un porcentaje muy pequeño; la
mayoría de este expolio va destinado a consumo ganadero. Diversos
activistas humanitarios nos informan de esto, como el francés
Monbiot27
o el conocido Philip Wollen28,
el cual después de pasar años luchando contra la hambruna en África
afirmó sin titubear que comer carne es dar una bofetada a un niño
africano hambriento. Cada vez hay más entidades que alertan que
es necesario dejar de consumir carne para luchar contra el hambre en
el mundo29,
así como individuos particulares30.
Evidentemente, un consumo moderado de carne proveniente de la
ganadería orgánica no tiene nada que ver con el hambre en África,
ya que no consume pienso elaborado con el grano saqueado de África.
Pero la carne “estándar” (de supermercado, de la mayoría de
restaurantes, de locales de comida rápida, etc) sí está implicada.
Dejamos esta
información para que cada cual reflexione sobre las implicaciones de
sus hábitos de consumo, y para sumar mostrar los diversos motivos
por los cuales adoptar una dieta 100% vegetariana: por los animales,
por el planeta, por la salud y....por el hambre en el mundo.
Personalmente, pienso que erradicar la explotación y el sufrimiento
innecesario de otros animales ya es motivo más que suficiente. Pero
hay tantas razones de tantísimo peso, que llamamos a la reflexión y
a, por lo menos, considerar el veganismo como una alternativa ética
y sostenible para estas cuestiones gravísimas.
1
En este link podemos encontrar todas las referencias con muchos
links a los documentos oficiales de dichas asociaciones:
http://www.respuestasveganas.org/2006/08/argumento-dietas-vegetarianas-no-son_7209.html
2
http://pensamientovegano.blogspot.com.es/2016/12/dieta-vegana-y-proteinas-y-aminoacidos.html
3
http://pensamientovegano.blogspot.com.es/2016/12/dieta-vegana-y-minerales.html
4
http://pensamientovegano.blogspot.com.es/2016/12/dieta-vegana-y-vitaminas.html
5
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Artículo escrito por Marc Barqué Villa
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